Burgos, 19 de noviembre 2022. Los Dres. Nuria Gajate, Carmen Gordón y Javier Jiménez, han participado en un proyecto de la Fundación Mayo Rey para mejorar las condiciones de salud en una región del centro de África.
Según informaron fuentes del Hospital Universitario de Burgos, un total de 214 habitantes de Rey Bouba (Camerún) han recibido asistencia oftalmológica de manos de los dres. Nuria Gajate, Carmen Gordón y Javier Jiménez, que entre el 22 de octubre y el 6 de noviembre pasado, han colaborado en el proyecto que la Fundación Mayo Rey lleva a cabo desde hace años en esa región africana.
Para poder realizar consultas e intervenciones quirúrgicas, los tres oftalmólogos del HUBU se han encargado de trasladar al hospital de la Fundación el material necesario y también de poner en funcionamiento el equipamiento de la consulta del Dr. Bernardo Cortés, oftalmólogo recientemente jubilado, que había donado antes de la pandemia a la fundación. Gracias a esta donación se ha podido realizar una asistencia oftalmológica de calidad y cirugía ocular compleja de cataratas muy avanzadas causantes de ceguera total. Algunas de las patologías que han diagnosticado han sido retinopatías diabéticas, herpes, tracoma o glaucoma en estados muy avanzados que apenas se ven en nuestro entorno.
Fundación Mayo Rey
No es la primera vez que profesionales del HUBU colaboran con la Fundación Mayo Rey, una experiencia que los dres. Gajate, Gordón y Jiménez, recomiendan a pesar de las dificultades: El viaje dura varios días y transcurre en gran parte por caminos sin asfaltar y carentes de las infraestructuras más básicas; el horario de atención se extiende desde las 9 de la mañana hasta las 7 de la tarde y hay que tomar precauciones para evitar contraer enfermedades que son endémicas allí.
Sin embargo, el equipo formado por el fundador y pediatra Dr. Emilio Sastre, los tres oftalmólogos, un médico de familia y una enfermera de Galicia así como dos bomberos burgaleses que hacían importantes trabajos de mantenimiento por sus conocimientos de mecánica y electricidad coinciden en señalar que merece la pena dedicar parte de sus vacaciones a esta labor.
Tal y como relatan a su vuelta, se trata de pacientes de edades indefinidas, de entre 60 y 80 años (habitualmente desconocen su fecha de nacimiento), que se expresan en el idioma local (fulfuldé) y que apenas muestran sus emociones, aunque desde primera hora de la mañana abarrotan el patio habilitado como sala de espera. A cada intervención quirúrgica, a la que asistía toda la familia del paciente, le seguía una fiesta que celebraba la oportunidad de una mejoría de vida.