La Casa del Cordón de Burgos se vistió de gala el sábado 3 de febrero para acoger el acto central de los actos del 40 aniversario de la UCI de Burgos. Un acto que contó con la presencia del alcalde de Burgos, Javier Lacalle, y con los protagonistas: los responsables de cuatro décadas de servicio profesional en el que se ha ayudado a miles de burgaleses y se han salvado cientos de vidas.
Con ese lema ‘40 años dando vida’, los intensivistas de Burgos repasaron los inicios, en el ya desaparecido Hospital General Yagüe y los pasos dados hasta llegar en el año 2018 a una UCI moderna y de última generación en el Hospital Universitario de Burgos. Pasos “de gigante” para una profesión que, 40 años después, sigue haciendo lo mismo que en sus inicios: dar vida.
El Jefe de Servicio de Medicina Intensiva en Hospital Universitario de Burgos, José Antonio Fernández Ratero, reconoció, en declaraciones al Colegio de Médicos de Burgos, “el orgullo que supone este repaso en el tiempo” que permite echar la vista atrás y ver “cómo fueron los inicios en el Yagüe” y valorar “el entusiasmo con el que los intensivistas se trasladaron al nuevo hospital con una UVI nueva donde ya está todo consolidado”.
“Ahora vemos que ha merecido la pena y que tenemos todas las mimbres para seguir en una labor que busca salvar y dar vida a los pacientes”, aseveró el responsable de la UCI del HUBU, que recuerda que su labor es la de “atender las demandas de todos los especialistas del hospital cuando los pacientes que ellos llevan tienen una situación de gravedad que precisa de unos tratamientos o monitorización específica”, o situaciones “graves que llegan ya de de forma directa”.
De la residencia al hospital universitario
Corría el año 1978 cuando un grupo de facultativos inició el reto de montar un servicio que resultaría pionero en la región. Así lo recuerda el médico que reconoce que “fueron unos inicios muy precarios donde todo se basó en el esfuerzo de médicos y enfermeras que en ese momento estaban allí”. Fueron precisamente ellos mismos quienes, recogiendo todo el material que encontraban por la residencia sanitaria, formaron el servicio atendiendo al primer paciente en enero de ese mismo año.
“En ese momento se creó la especialidad de Medicina Intensiva de forma reglada con cinco años de formación y gracias a eso todo ha sido una continua mejora, con una formación de residentes que hace que hoy tengamos dos por año”, añadió.
El gran cambio
El giro de 360 grados para los intensivistas burgaleses llegó de la mano del traslado del Yagüe al HUBU. “Fue el cambio más brusco”, asevera el jefe de unidad, que valora que ya no sea necesario preguntar cómo llega el paciente o si necesita respiración, porque todos los boxes cuentan con respirador y una tecnología de vanguardia.
“Hoy la UCI es una UCI amplia, moderna, con una tecnología avanzada, con camas que permiten las escaras de los pacientes y una monitorización completa, además de máquinas de diálisis continuas”, argumentó.
A lo largo del año, el servicio de UCI de Burgos ve alrededor de 1200-1400 pacientes. Del total, cabe destacar que los índices de gravedad de los pacientes cada vez son mayores. “Esto viene motivado porque hay pacientes con enfermedades crónicas antes incurables y que hoy tienen cura y precisan de cuidados intensivos. Hoy esos pacientes ingresan porque tienen posibilidades de curarse”, matizó.